Dentro
de mi observación participante, el 23 de noviembre realicé mi postulación a las
cinco opciones de carrera para cursar estudios superiores. En mi caso, todas
las carreras elegidas incluían a la Universidad Central del Ecuador, ciudad de
Quito, modalidad presencial, jornada matutina y ciclo semestral, para iniciar las
clases el 02/03/2015. Mis opciones fueron: en primer lugar sociología, en
segundo psicología clínica, tercero política, cuarto derecho y en quinto lugar
economía.
El día de hoy supe si obtuve o no un cupo para la nivelación de carrera: pues si, obtuve para la tercera opción, es decir, para
política.
Cabe señalar que antes de conocer
mi cupo, tuve que aceptar nueve términos y condiciones referentes a cómo se
asignan los cupos, las consecuencias de mi decisión al: aceptar el cupo, aceptar
y no matricularme, o al rechazar el cupo; además, se señala que en algunos
casos se presentará la opción de rendir el EXONERA (me pregunto ¿en qué casos
se presenta esta opción y en qué casos no?), también se incluye información
sobre qué pasa si se obtiene un cupo en una Institución de Educación Superior
autofinanciada o cofinanciada, y sobre las becas no reembolsables del IECE –programa
de becas nacionales Eloy Alfaro-, mencionando las líneas de becas: “de movilidad”,
“para familiares de beneficiarios del Bono de Desarrollo Humano”, y “para
personas con discapacidad”.
Mientras leo los términos y
condiciones, me siento en la obligación de aceptar el cupo, pues los mensajes
que se incluyen en los términos y condiciones que afirman que “debes aceptar el
cupo”; sin embargo, es la tercera opción que había elegido. Pienso que si fuera
esta una situación real, me gustaría estudiar sociología que corresponde a mi
primera opción y no mi tercera opción, me doy cuenta que en este preciso
momento estoy frente a dos caminos de vida profesional, que conllevan a futuro
una serie de decisiones que las acompañan, que van desde la inserción laboral,
el círculo social a desenvolverse en el futuro, entre otras tantas. ¿Qué haría
alguien que está decidido o decidida a estudiar la carrera elegida como primera
opción? ¿Rechazaría el cupo a sabiendas que posiblemente en la primera y
segunda repostulación no consiga el cupo que aspira? ¿Qué haría alguien que
siente mucha presión de su familia, de su institución educativa, de su círculo
social, aceptaría una tercera opción? ¿Qué pasa con todas y todos aquellos
jóvenes que no consigue un cupo para estudiar en una Institución Pública? ¿Lograrán
conseguir un cupo en los dos procesos siguientes?
Recuerdo que en el curso autogestionado
al que asistí, uno de los organizadores mencionó que quienes obtienen cupo, en
la mayoría de casos, éste corresponde a la tercera opción de carrera, por
tanto, una de las sugerencias era que en la postulación se incluya como tercera opción la carrera que realmente
querían estudiar, así habían mayores probabilidades de obtener un cupo. ¿Cómo
saber si esto es así? ¿Quién puede orientar, aclarar esto?
Recuerdo también que dos días
antes de rendir el examen me cambiaron de recinto y, faltando pocas horas antes
de rendir el ENES, no lograba imprimir la hoja con el cambio de recinto, lo
cual era un requisito para presentarme aquel día. En esa ocasión llamé al
número que se mencionaba en la página, nunca me contestaron. Además, envié un
correo electrónico pidiendo ayuda, sin embargo, hasta el día de hoy no he
obtenido una respuesta. ¿A quién acudir? ¿Cómo llegar a conversar con alguien,
cara a cara, en tiempo real? ¿Es acaso que la institucionalidad estatal procura
alejarse cuanto más puede de los sujetos de sus políticas? ¡Cuánta soledad! ¡Cuánta
frustración! ¡Cuánta indignación!
Si bien antes el sistema no
funcionaba mejor porque, como es conocido, había que realizar largas filas
desde la madrugada, en muchos casos inclusive dormir a las afueras, y, en otros
casos, el ingreso a la universidad pública estaba decidido por “palancas”; esas
largas filas, esas largas esperas entre quienes intentaban obtener un cupo para
la carrera elegida cumplían una función secundaria que ahora nada lo remplaza: la
de acompañar, la de compartir las sensaciones, sentimientos, incertidumbres,
malestares cara a cara. La soledad, el abandono no era por completo, había
alguien cerca con quien conversar esas experiencias, tal como dice el dicho: “las
penas compartidas son menos pena”, pues ahora, esa posibilidad no existe. Ojalá
quienes estén pasando por este proceso estén siendo acompañados por sus familiares,
por sus amigas, amigos, por alguien, creo que en este punto, es necesario el
apoyo, simplemente conversar, expresar las inquietudes, las incertidumbres.
Ojalá la presión no sea el motivo de su elección, sino su vocación.
Son muchos cuestionamientos los
que vienen a mí, mientras veo en las redes sociales que unos festejan porque
son parte del Grupo de Alto Rendimiento o porque consiguieron el cupo que
anhelaban, veo otras reacciones de quienes no lo consiguieron, que expresan su malestar
y su frustración.
Personalmente me causa tristeza imaginarme
lo que están viviendo las y los jóvenes y sus familias. Inclusive, pienso que
hay algunos funcionarios de las instituciones educativas, hombres y mujeres
interesados en el proceso vital de las y los jóvenes, quienes también serán
evaluados por los resultados de sus estudiantes. En este sentido, la política
pública apunta a tres frentes, hacia las y los jóvenes estudiantes y sus
familias, hacia las instituciones educativas de bachillerato, y hacia las
Instituciones de Educación Superior. ¿Cómo hacer para también apuntar hacia la
Institucionalidad Estatal? ¿Hacia los gestores y rectores de la política
pública? – Parecería ardua tarea en un país en el que la igualdad de
oportunidades prima como principio de justicia social.
Finalmente, rechazo el cupo y al
hacerlo debo pasar por tres advertencias sobre las consecuencias de no aceptar
el cupo. ¡Qué intenso! ¡Cuánta culpabilidad se maneja! Veamos qué suceda en la
primera repostulación que se dará a finales de este mes.